Ya había dado por ende que no existías. Estoy empezando a sentir que este pueblo me atora. Me aprieta. Ha de ser Marte que nos trae locos. Seguramente se trata de distancia. Y es que a veces me gusta sentirme grosero. Y la pasión desbordarla por el otro lado.
En su universo paralelo, un vestido de noche azul también puede ser una pijama. La media noche nos es el principio teórico del día. Y tú. Que pasas. Como si fueras no se cuantas veces la mañana que me despierta y la noche para terminar enredados en las sábanas. No se cuanto crees que lo piensas. No lo creas, lo son todas. Y tampoco alcanzamos.
No se porque inventamos que tenemos que pensarnos. Y confundirnos en el enredo de querernos. Como si la piel no sintiera desde adentro. Y las palabras más poderosas. Porque aunque se las lleve. El viento no será nunca para los oídos. Por lo menos en el sentido de respirarnos. Y tomar aire. Yo esperando afuera. Y tu adentro. También esperando. Pero ni modo. Respirar es inconsciente. Que tu quieras oírme, sobre todo cuando ahora soy yo el que está adentro, inevitable. Y el orgasmo. Ese es mitad y mitad. Por eso en el avión abre la boca. Sentirás que tus oídos se alivian y que tu cuerpo se afloja. Y estar tensos. Eso nos daña a ambos.
viernes, agosto 29, 2003
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